Distrito Capital
Se queda sin
maestros
Cuatro de los cinco colegios escogidos al azar en Caracas, específicamente municipio Libertador, tienen ausencia de docentes, no solo en materias de bachillerato como matemáticas o física, también en la educación básica. La ausencia es evidente en las escuelas financiadas por el Estado venezolano e incluso las subsidiadas
Erick S. González / @erickgncal
Los pupitres están llenos, pero el escritorio no. Un mar de camisas azules, compuesto por 30 estudiantes, copa de esquina a esquina el salón recién pintado. El pizarrón de acrílico blanco aún permanece inmaculado. Todos hablan en voz alta porque no hay maestro en el aula. Es mayo, mitad del tercer lapso académico, y aún sus cuadernos de física no tienen ni una marca. Pasan los minutos y entra otro profesor para dar la noticia: “muchachos, hoy no hay clase de física porque aún no tenemos maestro”.
Alumnos sin docentes. Esta es la imagen que se repite en la mayoría de los colegios visitados por la Agencia de Periodistas Amigos de la Niñez y Adolescencia (Agencia PANA) en el municipio Libertador del Distrito Capital. Los pupitres llenos, pero el asiento frente a los estudiantes vacíos genera incomodidad, no solo a las autoridades de las escuelas, también a los padres e incluso a los alumnos.
Las razones de la ausencia de profesores varían de sector a sector en Caracas. Primero los bajos salarios que paga el Estado venezolano a los educadores del sector público, luego la falta de traslado y transporte y, por supuesto, la migración forzada de docentes.
En Caracas también hay problemas estructurales que le resta calidad a la educación; pero la ausencia de docentes la pone en jaque. No solo en materias científicas, como se registra por medios venezolanos desde 2018, también en áreas de humanidades como artes plásticas, castellano e idiomas extranjeros (sí, no hay maestros ni de inglés).
“Parte de la matrícula de los docentes fue mermando debido a la falta de aumentos de salarios, las condiciones de las escuelas y sobre todo a los gastos que genera ir a las instituciones”, sostuvo una directora de un colegio público en la parroquia Sucre.
En este colegio la ausencia de docentes va de uno a dos docentes por cada sección de bachillerato, desde primero a quinto año. “Falta el profesor de matemática, física, inglés, castellano, biología, historia y ciencias naturales”, detalló.
La educación es un derecho humano, no solo establecido en las Declaración de los Derechos Humanos, sino también en la Convención de los Derechos del Niño, así como en la Ley Orgánica de Protección del Niño, Niña y Adolescente (Lopnna). En este último se estipula que el Estado venezolano debe: crear y sostener escuelas, planteles e institutos oficiales de educación, de carácter gratuito, que cuenten con los espacios físicos, instalaciones y recursos pedagógicos para brindar una educación integral de la más alta calidad. En consecuencia, debe garantizar un presupuesto suficiente para tal fin.
“Con la ausencia de maestros no solo estamos dejando a los chamos de lado, sino su futuro en ciertas áreas de desarrollo”, sostuvo la directora de la institución pública.
Los salarios (In)dignos
En una de las zonas populares de la parroquia Sucre, se encuentra un colegio que imparte clases de primer a sexto grado de educación básica, en dos turnos: mañana y tarde. Al entrar el área se ve limpia, pero descuidada. Algunos espacios en donde había bancas están vacíos; el follaje amenaza con entrar a los salones; y, claro, las filtraciones son palpables en las paredes de los salones.
En uno de los salones, decorados con carteleras de colores brillantes, se ven mensajes de la Declaración del Acta de Independencia que se unen con un cartel informativo para prevenir el contagio con COVID-19. Allí trabaja Rebecca, de 45 años de edad, impartiendo clases de segundo grado de primaria.
Para la maestra, cuando empezó a dar clases estaba llena de ilusión por cambiar la mente de sus estudiantes. Comenzó en el año 2002, cuando estaba en los últimos semestres de su carrera como docente. Hoy es una de las pocas profesoras que queda en la institución de la parroquia Sucre, colegio adscrito a la Alcaldía de Caracas. Allí tiene más de 10 años ejerciendo su vocación. “Vi crecer a muchas generaciones”, detalló.
Antes, cada dos años, le tocaba cambiar de grupo; es decir, ella era la docente de los mismos 40 niños durante dos periodos escolares. Actualmente, atiende, en el mismo año educativo, a dos salones: segundo y tercer grado. Su colega se fue del país. “La directiva me pidió suplir algunas faltas por uno o dos meses. Ya pasaron dos lapsos desde el inicio de las clases en 2021 y aún no encuentran a un docente que cubra estos grados”, sostiene.
El redoble de esfuerzo no significa duplicar el salario. “Los sueldos son bajos, muy bajos. Qué se puede hacer con 30 o 40 dólares mensuales”, expone Rebecca.
Relata que entre 2014 y 2018, muchos docentes habían abandonado las aulas por razones relacionadas a la migración forzada. “Llegó un punto que solo se cobraba de 5 a 10 dólares mensuales. Eso no daba. No alcanzaba ni para el pasaje”, sostuvo Rebecca.
La queja de los maestros y personal educativo persiste, pese al aumento salarial hecho por el Ministerio para la Educación, a cargo de Yelitze Santaella, el 22 de marzo de 2022. En esa oportunidad, la ministra sostuvo que: “lo que se le daba a los maestros no daba para mantenerse”.
Para 2022 la tabla salarial de los profesores de la educación pública va de 329,85 bolívares a 450,70 bolívares mensuales. Al pasar el cálculo a dólares, con base en la tasa del BCV para el 16 de mayo de 2022 (cuya tasa era de 4,77 bolívares por dólar), el salario de los profesores va de 70 a 94 dólares.
En marzo de este año, la canasta básica de alimentos se cotizó en 471,16 dólares. Es decir, que un docente tendría que tener seis salarios mensuales para comprar solo el mercado del mes.
María vive en Carapita y trabaja como docente en Propatria. Ella mensualmente gasta entre 20 y 30 dólares en pasaje. Usa autobús para llegar a su trabajo, servicio en el que deja 2 bolívares por viaje. Tiene que usar dos por día, cinco días a la semana. “No es fácil venir a trabajar todos los días porque luego de la pandemia aumentó todo: el pasaje, la comida, la vida”, comenta.
María gasta casi 45% de su salario solo en pasaje para ir al colegio, lo que la deja con 40 dólares para los gastos de su casa: comida, ropa y servicios. “Tengo dos hijos en edad escolar. Es muy difícil. No solo tengo que pagar mi pasaje, también el de ellos”, agregó.
En dos de las seis instituciones consultadas se destacó que dan incentivos extras a los maestros en forma de bonos salariales, entre 10 a 30 dólares mensuales, justamente para compensar los esfuerzos hechos hacia la institución. “En la Santísima Trinidad ese incentivo sale de mi bolsillo, 20 dólares para cada maestra que se quedó con nosotros”, sostuvo Ula Medina, directora de primaria.
Por su parte, en las instituciones privadas consultadas, el salario de los profesores se mantiene con un bono mensual de 30 a 50 dólares. “En nuestro colegio no faltan maestros es porque les pagamos bien, sino se nos fueran de aquí”, aseguró Ines Alonso, coordinadora general del Colegio Arrías, en Propatria.
Una suplencia perpetua
“Todo cambió”, dice Ula Medina cuando se le pregunta sobre el regreso a clases después de dos años de confinamiento por pandemia. Ella es la directora de la Escuela Básica “Santísima Trinidad”, ubicada en la parroquia Sucre de Catia. La institución fue fundada en 1952 por su madre, Ula de Medina. Tiene más de 70 años de operación.
Revela que a la falta de inversión, así como algunos problemas estructurales (filtraciones en el techo, fallas en el suministro de agua y acceso a servicios telefónicos e internet), se le sumó la ausencia de tres profesoras en dos secciones de primaria: cuarto grado y segundo grado. Estas situaciones la hicieron pasearse por la idea de cerrar la institución, después de 70 años de servicio educativo.
“Tenemos dos secciones por grado. Las maestras de la mañana, tanto de cuarto y segundo grado, tuvieron que tomar a los alumnos de las docentes faltantes. Se unieron las dos secciones para poder dar clases sin problemas”, sostuvo Medina.
Enfatizó que su colegio es subsidiado por la Asociación Venezolana de Educación Católica (AVEC), pero ese apoyo solo alcanza para cubrir la nómina. “Si falla alguna otra cosa en la institución, lo tengo que cubrir yo. Y cómo se puede arreglar un colegio si hay muchos representantes que no pagan las mensualidades. Aquí por ejemplo tenemos problemas con el agua y la impermeabilización de los techos”, sostuvo.
La situación se repite en los demás colegios encuestados con falta de docentes. En el colegio San José de Calazán, una institución privada ubicada en el oeste de la ciudad, la falta de profesores en las materias de física y ciencias de la tierra fue subsanada por otros de sus colegas de la misma escuela. Mientras que, las secciones de primaria de segundo grado y cuarto grado las asumieron la directora de la institución, junto a la coordinadora académica.
“El reto era mantener las clases funcionando, pese a la falta de maestros en las asignaciones. Lo bueno es que hemos podido resolver esta situación nosotros mismos, sin tener que buscar, por el momento, nuevos profesores”, señaló la coordinadora académica.
Usar a docentes jubilados aparece como una de las opciones en los colegios gestionados por el Estado, especialmente en aquellos adscritos al Ministerio para la Educación. “Hemos hecho la gestión para que el Ministerio pueda suplir con docentes en las secciones faltantes”, sostuvo una profesora de un colegio nacional ubicado en la parroquia Sucre.
Enfatizó que por parte de la institución también comenzaron a buscar a estudiantes de educación en los últimos semestres de la carrera, con el fin de dar respuesta a la falta de profesionales de la institución.
La opción de buscar docentes a través del programa "Chamba Juvenil", el cual consiste en usar a bachilleres recién graduados para dar clases, no figuró entre las instituciones encuestadas.
“Enseñen, y tendrán quien sepa; eduquen, y tendrán quien haga”. Esta frase la dijo Simón Rodríguez, uno de los grandes maestros venezolano hace más de dos siglos. Hoy en día podría entrar en vigencia sin problemas para puntualizar una situación que llegó a las escuelas de la capital del país desde que inició las clases presenciales: la ausencia de maestros.
Para este reportaje se visitaron seis instituciones educativas, durante las primeras dos semanas de mayo. Se entrevistaron a 12 personas, de las cuales tres eran niños, niñas o adolescentes.
Algunos nombres de alumnos, representantes y docentes fueron cambiados u omitidos para proteger su identidad.