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Altos Mirandinos:

Aulas ¿desvirtualizadas?

Después de dos años de clases virtuales, muchos padres deciden sacar a sus hijos de escuelas públicas e inscribirlos en colegios privados. La educación en esta región está marcada  por la falta de inversión en mantenimiento de las escuelas y liceos, fallas en los servicios públicos y ausencia del Programa de Alimentación Escolar

Carlos D’Hoy / @carlos_dhoy

El 16 de marzo de 2020 marcó la historia de millones de venezolanos. A partir de ese lunes, se decretó el inicio del confinamiento que tenía como objetivo tratar de impedir la propagación de la COVID-19 en el territorio nacional. 

 

Así docentes, estudiantes y sus familias sortearon el final del año escolar 2019 - 2020; todo el año 2020 - 2021 y la mitad de 2021 - 2022. Estos tres periodos educativos en Venezuela estuvieron marcados por la improvisación, la experimentación y, sobre todo, el uso intensivo de la tecnología como medio y herramienta en el proceso educativo. 

 

Durante dos años los niños, niñas y adolescentes pasaron de la educación presencial a un sistema de educación a distancia que luego transmutó a semipresencial. Las comunidades educativas resintieron la adaptación del paradigma educativo venezolano a una nueva realidad y culminado este proceso valdría preguntarse si el experimento funcionó, cómo impactó el nuevo enfoque educativo implementado en un país con serias limitaciones económicas, sociales y tecnológicas y si estamos preparados para situaciones similares en el futuro.

 

Expertos en materia de educación, como Olga Ramos, miembro de la Asamblea de Educación y una de las coordinadoras del Observatorio Educativo de Venezuela, ha sido muy crítica en cuanto al mecanismo utilizado para sustituir la presencialidad en las aulas por clases a distancia, implementando el programa “Cada familia una escuela”.

La docente considera que no se tomaron en cuenta asuntos como la formación de los docentes en la educación a distancia, la ausencia de plataformas y contenidos para las distintas plataformas, no se hicieron las adaptaciones mínimas durante el período de pandemia, ni se hizo en el proceso de regreso a la presencialidad y calificó el experimento como “extremadamente accidentado y muy mal planificado. Tuvo y tendrá consecuencias en la formación de nuestros niños y jóvenes”.
 
En los Altos Mirandinos, docentes de escuelas nacionales, estadales, municipales, así como privadas, consultados durante el proceso de recolección de datos señalaron que cada realidad es diferente, debido a las condiciones socioeconómicas de la población. En este sentido nos encontramos ante una gran mayoría de estudiantes quienes no contaban con los recursos para acceder a internet desde sus hogares. No tenían teléfonos inteligentes y menos aún planes de datos, tabletas o computadoras para la educación a distancia. Para ellos el acceso a la programación educativa se hizo cuesta arriba. 

 

“Miles de estudiantes sencillamente no tenían los mecanismos de acceso al ambiente tecnológico que se implementaba. En el mejor de los casos estos muchachos se conectaron con su educación a través de teléfonos de familiares y con los grupos creados por docentes en plataformas como Whatsapp, lo que al menos les permitió recibir material y tareas que debían cumplir y presentarlas en los plazos establecidos”, argumentó la directora de un plantel en el municipio Carrizal a la Agencia de Periodistas Amigos de la Niñez y Adolescencia (Agencia PANA).
 

Pero hubo otro grupo de estudiantes que ni siquiera pudo acceder a esa conexión: “tenemos por ejemplo los casos de unos hermanos cuyos padres emigraron y la persona que quedó a cargo de ellos, en plena pandemia, los abandonó un día en la escuela. Estuvieron más de 12 horas allí hasta que fuimos alertados por los vecinos. Llamamos al Consejo de Protección y los hermanitos fueron rescatados; sin embargo fueron devueltos al mismo familiar que los había dejado en la escuela. Es decir, esos niños quedaron a su suerte. Suponer que pudieron acceder a la educación que se impartía vía virtual es una utopía”, señaló la directora de una escuela estatal de Los Teques, municipio Guaicaipuro del estado Miranda.

Al respecto, Fernando Pereira, educador y fundador de Cecodap, señala que “la mayoría de los reportes que tenemos, corresponden a ese gran país invisibilizado que no apareció en las redes sociales ni manifestó su punto de vista. Ese país en el que los muchachos estaban desconectados sin acceso a internet, cuyas familias trataban de sobrevivir o de ese gran grupo de chicos en los que su familia no estuvo ni pendiente de lo que ellos hacían. En estos casos nos encontramos ante un larguísimo paréntesis educativo”. 

A estas alturas, los docentes de estos sectores socioeconómicamente deprimidos coinciden en señalar que se deben establecer canales comunicacionales que no excluyan a ningún niño. “Las tecnologías pueden ser la puerta para lograr muchas cosas, pero también son una barrera que dejaron afuera a quienes no pudieron acceder”, aseguró el director de un colegio de educación católica de la capital del estado Miranda.
 
Este panorama coincide con los hallazgos de una investigación realizada por el Instituto de Investigaciones de la Comunicación (Ininco) y Cecodap, entre el 20 de abril y el 22 de mayo de 2020; en el Área Metropolitana de Caracas (AMC) y el estado La Guaira: Informe Procesos, Prácticas y Experiencias Comunicacionales de Niños, Niñas y Adolescentes de la Gran Caracas, Durante la Cuarentena por COVID-19.
 
Se encontró que una de las principales pantallas con las que interactúan los niños, niñas y adolescentes fue el teléfono móvil inteligente. Este es el dispositivo preferido y con mayor posibilidad de acceso en cada grupo socioeconómico. “Los dispositivos con capacidad para navegar por internet, instalar aplicaciones, interactuar con las redes sociales y otras funciones los encontramos predominantemente y de manera casi exclusiva en manos de los niños de zonas urbanas”, se lee en el informe.

 

También se señala que había una tendencia entre los alumnos de escuelas públicas: por lo menos uno de los miembros de la familia poseía un teléfono inteligente con las capacidades necesarias para instalar Whatsapp, Zoom y otras aplicaciones.
 
“Mientras mayor es el nivel socioeconómico de las familias, tiende a ser menor la edad en que los niños reciben su propio teléfono inteligente (y su computador personal). Así, la edad promedio en los colegios privados para un primer móvil inteligente oscila entre los 8-10 años, mientras que para la población rural puede ser después de los 15 años, sin garantía de que esto deba ocurrir”, se detalló en el informe.

 

Cuando el problema no es el dinero

Por otra parte la minoría que no se encontraba tan afectada por la situación económica, pudo contar a su favor con elementos tecnológicos que le permitieron acceder a la escuela virtual. En su mayoría estudiantes de instituciones privadas pudieron sortear el esquema de educación virtual planteado durante la emergencia sanitaria. 

Algunos planteles hicieron uso de la tecnología para cumplir con el programa académico y experimentaron con las herramientas disponibles en internet. Se encontraron experiencias como aulas virtuales, donde se implementaron sistemas de evaluación y de seguimiento.

 

La directiva intentó que los docentes cumplieran los horarios en modalidad virtual, lo que llevó implícito un gasto extra por parte del profesor o maestro quien tuvo que invertir su dinero para adaptarse a las exigencias.

Teléfonos celulares inteligentes, tablets y computadoras se convirtieron en las herramientas de conexión con los estudiantes que pasaban horas ante las pantallas; las mismas que además se convirtieron en su ventana con el mundo durante los meses más duros del confinamiento.

 

En este sentido Pereira agrega que el exceso de exposición a la tecnología terminó jugando contra el mismo sistema de educación a distancia que se había implantado: “los muchachos dejaron de tener interés y de cumplir con sus obligaciones, los centros educativos reportaron que los estudiantes no se conectaban y que no enviaban los trabajos pendientes. Es decir que no cumplían con los planes de evaluación. Las dificultades que enfrentaron los últimos lapsos fueron cada vez mayores. Fue en ese entonces cuando se comenzaron a hacer los llamados para el retorno de la presencialidad, ya que el sistema no aguantaba más”.

Lo que se encontró en el recorrido por seis escuelas de los Altos Mirandinos, no está alejado de los hallazgos del informe del Ininco y Cecodap, presentado en junio de 2020.
 
​​Una de las dificultades detectadas es que solo se tuvo conectividad a través de empresas privadas de telefonía, cuyas tarifas eran prohibitivas para la media de las familias.
 
“El promedio de uso de datos por persona adulta con uso frecuente del servicio de internet es de 4 a 10 gigas mensuales. En algunas operadoras equivale a un gasto de entre 3 y 5 dólares mensuales. A simple vista parece poco, pero eso equivale a dos salarios mínimos (en ese momento). Las personas deben tomar la decisión de alimentarse o estar conectado”, apuntó Morella Alvarado, una de las investigadoras, durante la presentación del estudio.
 
Incluso se llegó a determinar que los proveedores privados presentan fallas en algunas zonas y que si bien pueden funcionar, la suspensión del servicio eléctrico afectará la conectividad.
 
La gran conclusión de ese informe fue que la igualdad de oportunidades como indicador de la democracia no se estaba cumpliendo. “Este año escolar está suponiendo una desigualdad mucho mayor en términos de oportunidades y ha dejado al descubierto las diferencias abismales que atraviesan nuestra realidad social”, advirtieron los docentes consultados.

Enfrentando realidades locales

Mucho más físicos que los problemas relacionados con la educación a distancia y el acceso a la internet, la realidad del reinicio de las actividades presenciales estuvo marcada por una serie de retos entre los que destacan el estado de los planteles educativos públicos y privados tras dos años de inactividad.

 

En los colegios públicos de los Altos Mirandinos también se observó la recurrente falla en los servicios sanitarios. Las fallas en los baños fueron comunes también en los tres colegios visitados, debido a la intermitencia del servicio de agua y daños en la estructura.

 

Los docentes de un colegio nacional ubicado en el municipio Carrizal señalaron que tienen años afrontando el problema de la falta de agua, al extremo que han colocado grandes tanques que permiten mantener medianamente operativos los baños.

 

Sin embargo esto supone un riesgo, ya que los tanques pueden convertirse en trampas mortales para niños que caigan en ellos, por lo que se hizo necesario instalar estos tanques solo en las áreas a las que tienen acceso los alumnos mayores, dejando los baños de los niños hasta sexto grado sin agua.

 

Otro tema fue el problema de los horarios, muchos docentes durante la temporada de confinamiento se independizaron de un sueldo: “matan tigres como se dice popularmente. Dan clases particulares, asesoría o trabajan en la venta de productos. Hicieron magia para sobrevivir y de pronto se les pide el retorno al horario de clases y corren el riesgo de perder ese ingreso extra que tenían y que a veces supera por mucho lo que ganaban antes. Entonces esos profesores terminan abandonando las clases. Ya quisiera yo poder ofrecerles lo que se merecen, pero en la educación pública, los directores no tenemos esa competencia”, dijo la directora de una escuela estatal ubicada en la ciudad de Los Teques.

 

Institutos públicos y privados enfrentan por igual la falta de docentes, un dolor de cabeza para la directiva. En ambos casos la directiva ha tenido que ingeniárselas para cubrir las plazas vacantes, pero además en los colegios privados denunciaron una campaña de contratación de personal muy agresiva por parte de la gobernación de Miranda.

 

El gobierno regional hizo una oferta salarial a los profesores que es prácticamente inigualable por los colegios privados. “Muchos no podemos pagar ese sueldo de 300 dólares, por lo que los docentes se están yendo para la gobernación”, dijo la administradora de un instituto privado de Carrizal.

 

Otros planteles enfrentan una insubordinación entre sus maestros quienes han convocado a reuniones, pasando por encima de la directiva y la administración para tratar, directamente con los representantes, el aumento de los sueldos, lo que es muy grave si sabemos que las matrículas están congeladas. Estamos a las puertas de una crisis muy grave”, dijo un socio de un colegio privado del municipio Los Salias

 

“La falta del personal la situación es un tema muy delicado”, coincidieron en señalar directivos de liceos privados de Los Salias, Carrizal y Los Teques, para solucionarlo buscan profesores desempleados, jubilados, profesionales en otras áreas con experiencia en la docencia y hasta el apoyo de los padres y representantes, pero todos negaron que hayan acudido al programa gubernamental Chamba Juvenil que había anunciado la preparación de jóvenes para sustituir a los docentes faltantes.

Para este reportaje se visitaron seis instituciones educativas, durante las primeras dos semanas de mayo. Se entrevistaron a 12 personas, de las cuales cuatro eran niños, niñas o adolescentes.

Algunos nombres de alumnos, representantes y docentes fueron cambiados u omitidos para proteger su identidad.

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